Se implanta el impuesto a las bebidas azucaradas en Cataluña.
Desde el 1 de mayo está vigente en Cataluña un impuesto a las bebidas azucaradas. La medida busca desincentivar el consumo, siguiendo recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). No obstante los críticos consideran que se trata solo de una medida recaudatoria.
Este impuesto afecta a los refrescos, bebidas de néctar de frutas, bebidas deportivas, bebidas de té y café, bebidas energéticas, leches endulzadas, bebidas alternativas de la leche, batidos y bebidas de leche con zumo de fruta, bebidas vegetales y aguas saborizadas.
Las bebidas que tengan entre 5 y 8 gramos por cada 100 mililitros se tasarán con 0,08 céntimos de euro por litro. Las que tengan más azúcar soportarán una tasa de 0,12 céntimos por litro. Así, en las bebidas más dulces el precio podría subir en 24 céntimos en su formato familiar (2 litros).
Se aplicará sobre las personas físicas o jurídicas que adquieran bebidas azucaradas y las pongan a disposición del consumidor final. Como la medida busca desincentivar el consumo, la idea es que se note en el precio final. Una subida que hará pensar al comprador dos veces antes de gastar. El impuesto, así, debe repercutirse sobre el consumidor final. Según afirma AECOC, la asociación de empresas de fabricantes y distribuidores, se darán subidas de entre el 8% y el 50% en el precio del producto.
En la semana previa a la entrada en vigor de la tasa, grandes cadenas han ido informando a los consumidores de cuánto subirían las bebidas.
La Generalitat prevé cerrar el primer año del impuesto con una recaudación de 30,98 millones, si bien el cálculo está hecho con la previsión de que entrase en vigor el 1 de abril, no el 1 de mayo como finalmente ha sucedido. La estimación para un año completo asciende a 41,3 millones de euros.
A la espera de ver los resultados que ofrece la experiencia de Cataluña y si el Gobierno central mueve ficha en este sentido, varias organizaciones médicas han puesto sobre la mesa proyectos no centrados en subir los impuestos, pero sí en avisar al consumidor con detalle sobre los componentes de los productos que adquiere. Es el caso de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), que ha propuesto añadir un «semáforo nutricional» en el empaquetado de alimentos. Las calorías, los azúcares, las grasas saturadas y la sal irían acompañadas de un color en función de su cantidad: verde –contenido bajo–, amarillo –medio– y rojo – alto–. En lo que respecta al azúcar, la cantidad considerada saludable por los médicos de familia se sitúa en los 6,75 gramos, mientras que de los 18 gramos para arriba podría considerarse «alto». Para que nos podamos hacer una idea, una lata de un refresco de cola estándar contiene unos 35 gramos de azúcar.